viernes, 24 de octubre de 2008

Facebook, el fin de la intimidad.

Llevamos ya varias clases hablando sobre esta plataforma que, parece ser, en los últimos tiempos está tan de moda. La red social, que así la hacen llamar sus creadores, suma cada día miles y miles de adeptos que, movidos seguramente por una frase del estilo “si no tienes Facebook no eres nadie” deciden registrarse y empezar a usar tal extraña página. Seamos francos, si invirtiéramos todo el tiempo que hemos gastado en aprender a usar a fondo todas las acciones, posibilidades y rinconcitos de Facebook en hacer, por ejemplo, construcciones de palillos, seguramente tendríamos ya la muralla china a escala real.

Lejos de exageraciones, lo primero que me sorprende de nuestra sociedad “tecnoadicta” entorno a Facebook es esta predisposición en aprender a usar una plataforma que, en un principio, tendría que cambiar las relaciones humanas del presente y del futuro pero que, lejos de toda pretensión, solo se limita a unir servicios ya existentes en otras empresas (y a mi humilde forma de ver con una mayor complicación).

Otra de las sorpresas que me generó mi intrusión (si, realmente he caído en el juego...) en esta página, es la necesidad de los usuarios de cargar y cargar fotografías para que todo el mundo las vea. En este punto, mi pregunta-reflexión es... ¿Es realmente necesario volcar nuestra vida en este tipo de chismes para exponer al mundo nuestras intimidades?, es más, ¿Puede perjudicarnos en algún momento dicha exposición pública?

Pongo la mano en el fuego, y seguramente no me quemaría, de que muchos de los usuarios de este servicio desconocen que todos aquellos datos e imágenes que quedan registrados o cargados en Facebook pueden estar a disposición de la empresa en cualquier momento y para cualquier uso (y así lo pone en las bases legales que todo el mundo acepta sin leer). Así pues, ¿qué pasaría si encontráramos alguna foto de nuestro perfil patrocinando, en miles de pantallas de todo el mundo, una sección de contactos interna de Facebook? Seguramente no seria de nuestro agrado.

Parece ser, pues, que para avanzar, en cuanto a tecnología y relaciones sociales se refiere, debemos ir perdiendo nuestra intimidad; de forma voluntaria, es cierto, pero perdiéndola en definitiva.

Que los bytes y la fuerza os acompañen.

No hay comentarios:

 
Elegant de BlogMundi