Entendemos como mailing la acción publicitaria, en ocasiones también utilizada en relaciones públicas, que consiste en hacer llegar a un target determinado una serie de información (que puede ser de su interés o no) a través del correo electrónico. Esta técnica es herencia directa de el buzoneo clásico llevado a cabo por los carteros en épocas pasadas.
Es evidente, que esta técnica tiene como positivo su uso ecológico, es decir, ahorramos papel y litros de tinta en la impresión de folletos que, seguramente, acabaran en la papelera sin leer. A cambio, pero, entramos en términos más delicados como los de la intimidad.
Con el buzoneo clásico ya estamos acostumbrados a que se entrometan en ese pequeño espacio que resulta ser una extensión de nuestra identidad. Así pues, cuando encontramos un folleto en el buzón lo único que hacemos es romperlo y arrojarlo a la basura. Todo esto cambia si entramos en el contexto cibernético. Por alguna razón, quizas por la alarma social causada por las empresas informáticas, la publicidad vía e-mail la unimos a una idea de intromisión en nuestro espacio temporal; la menospreciamos en mayor grado que el panfleto típico. Y no contentos con ello, a parte de afectar negativamente hacia la marca, pasamos 50 veces el antivirus, mejoramos la seguridad del correo electrónico y nos instalamos 400 programas spyware.
Con todo ello, me gustaría plasmar una idea principal. Visto toda la atmósfera negativa creada alrededor del mailing y, teniendo cuenta su bajo índice de impacto y respuesta, ¿Son realmente efectivos estos formatos publicitarios? es más, ¿El uso de este tipo de soporte publicitario ayuda o desprestigia a las marcas? Con todo ello solo me viene una pregunta en la mente ¿El futuro de este formato existe? y si existe, ¿pasa realmente por mantenerse como un soporte únicamente unidireccional?
En fin, señores publicitarios, publicistas y demás fauna del sector, reflexionen ustedes sobre el mailing, que a mi forma de ver, supone una traba dentro de la actividad publicitaria más que una ayuda
Es evidente, que esta técnica tiene como positivo su uso ecológico, es decir, ahorramos papel y litros de tinta en la impresión de folletos que, seguramente, acabaran en la papelera sin leer. A cambio, pero, entramos en términos más delicados como los de la intimidad.
Con el buzoneo clásico ya estamos acostumbrados a que se entrometan en ese pequeño espacio que resulta ser una extensión de nuestra identidad. Así pues, cuando encontramos un folleto en el buzón lo único que hacemos es romperlo y arrojarlo a la basura. Todo esto cambia si entramos en el contexto cibernético. Por alguna razón, quizas por la alarma social causada por las empresas informáticas, la publicidad vía e-mail la unimos a una idea de intromisión en nuestro espacio temporal; la menospreciamos en mayor grado que el panfleto típico. Y no contentos con ello, a parte de afectar negativamente hacia la marca, pasamos 50 veces el antivirus, mejoramos la seguridad del correo electrónico y nos instalamos 400 programas spyware.
Con todo ello, me gustaría plasmar una idea principal. Visto toda la atmósfera negativa creada alrededor del mailing y, teniendo cuenta su bajo índice de impacto y respuesta, ¿Son realmente efectivos estos formatos publicitarios? es más, ¿El uso de este tipo de soporte publicitario ayuda o desprestigia a las marcas? Con todo ello solo me viene una pregunta en la mente ¿El futuro de este formato existe? y si existe, ¿pasa realmente por mantenerse como un soporte únicamente unidireccional?
En fin, señores publicitarios, publicistas y demás fauna del sector, reflexionen ustedes sobre el mailing, que a mi forma de ver, supone una traba dentro de la actividad publicitaria más que una ayuda
Que los bytes y la fuerza os acompañen!!
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